A veces el proceso básico de toma de decisiones es válido, pero se ve alterado por factores situacionales cognitivos y emocionales.
En otras ocasiones, el proceso de toma de decisiones se queda corto al no tener en cuenta la información más importante para generar hipótesis prometedoras.
Veo esto especialmente en los traders que buscan simplicidad y terminan operando sobre patrones simplistas que carecen de ninguna ventaja objetiva. Considere lo siguiente:
- Un trader ve un patrón en un gráfico en un marco temporal y en base a ello decide comprar o vender.
- Un trader ve fortaleza o debilidad y entra a mercado para “seguir la tendencia”.
- Un trader ve que un precio aguanta a un cierto nivel e introduce una posición basándose sólo en esa información.
- Un trader se entera de una noticia positiva y compra acciones de un valor.
- Un trader ve que nos hemos movido por debajo de una línea de tendencia o una media móvil y vende el índice.
- En cada caso, una única observación se transforma en toda una hipótesis. Esa observación puede que sea valiosa, pero carece de toda la información necesaria para una hipótesis prometedora. Sería como si un médico tomase el resultado de una sola exploración (la temperatura corporal, el número de glóbulos rojos o el pulso cardiaco) y realizase un diagnóstico con esa base.
Si una persona comprase un coche porque tiene un motor grande o un interior bonito, pensaríamos que esa persona es tonta por tomar una decisión tan importante basándose en una información tan superficial y limitada. No obstante, me encuentro con traders que hacen esto mismo continuamente. Compran o venden porque un oscilador determinado alcanza un nivel, por un patrón en un gráfico o por alguna relación numérica.
He descubierto que una de las principales razones por las que la simplicidad en un proceso se convierte en una forma de pensar simplista es que los traders limitan su campo de visión cuando están sometidos al estrés. Se centran en lo que se les presenta de forma inmediata y sienten la necesidad impulsiva de luchar o huir. Esta limitación del campo de visión impide al trader analizar el rango entero de datos en ese momento y tomar una decisión informada.
Supongamos, por ejemplo, que un centrocampista recibe el balón y ve que dos rivales se le vienen encima. Se asusta, siente la necesidad de soltar la pelota y da un patadón para arriba, arriesgándose a que el equipo contrario intercepte el balón. Comparemos esto con el jugador que retrocede unos metros al verse presionado, echa un vistazo al terreno de juego y realiza un pase a un compañero desmarcado en la banda.
Es esa capacidad de ver todo el terreno de juego cuando uno está bajo presión lo que distingue a los mejores traders del resto. Cualquiera puede seleccionar los objetivos de beneficios adecuados cuando tienen todo el tiempo del mundo; el reto es aprender a tomar decisiones tan bien – y hacer que esto se convierta en parte de nuestra naturaleza – que realicemos las acciones correctas incluso en la presión del momento. Por eso es por lo que entrenar en condiciones realistas, y posteriormente con dinero real, es crucial para el trader en desarrollo: aprendemos a operar sólo cuando nos enfrentamos repetidamente a las presiones del riesgo y la recompensa, de la ganancia y la pérdida.
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