Un tenista así no duraría mucho en el circuito profesional. Se consideraría que no es un profesional. Su excesiva emocionalidad interferiría con su juego y con los ajustes que tendría que realizar durante el partido.
En el póker ocurre lo mismo. Si un jugador se alterase considerablemente cada vez que perdiese una mano, se exasperase cada vez que se plantase y se emocionase tras cada mano que ganase, sería muy fácil leerle. En vez de jugar en base a las probabilidades, probablemente ese jugador tomaría decisiones en función de sus altibajos emocionales.
Hay muchos traders activos que abordan el trading como el tenista o el jugador de póker de los anteriores ejemplos. Sus emociones dependen de los resultados de cada operación.
Para el trader de éxito, una operación es como un único tanto para el tenista. Es una parte de un juego, que a su vez es parte de un set, que es una parte de un partido. El objetivo es ganar el partido, no “ganar” todos y cada uno de los puntos. Cuando el tenista saca, se centra en realizar un buen saque. Cuando pierde un punto, se centra en ganar el juego. Tras perder un partido, el jugador se reúne con su entrenador y realiza ajustes para el próximo.
Todavía quedan muchos torneos en la temporada. Mantener la perspectiva mantiene al tenista equilibrado desde el punto de vista emocional.
Esto es por lo que, al trabajar con traders, me centro en que sean rentables al final de la semana y el mes – no en cada operación o siquiera cada día. Para el trader activo, hay muchas operaciones en un día y hay cinco días en la semana. Siempre y cuando no pierda demasiado en una operación puede darle la vuelta al día. Mientras mantenga las pérdidas diarias a un nivel razonable, tendrá la oportunidad de acabar la semana en números negros. Y siempre y cuando una sola semana no le deje hundido en un hoyo demasiado profundo, todavía podrá terminar el mes siendo rentable.
Quedan muchas operaciones en la semana, el mes y el año. El objetivo es tener una temporada exitosa: esa perspectiva hace que sea más fácil olvidarse rápidamente de los tantos que se pierden y centrarse en lo verdaderamente importante.
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