Nos castigamos a nosotros mismos por la falta de disciplina cuando no perseguimos nuestras metas, pero nunca nos paramos a pensar que tal vez nuestras metas no nos sirvan.
Muéstreme una persona a la que le cueste salir de la cama por la mañana y le mostraré una persona con metas impotentes. Ningún niño tiene problemas para saltar de la cama temprano por la mañana el día de Navidad para ver lo que le ha traído Papá Noel. ¿Ese mismo niño un día de colegio? Puede que haga falta llamarle varias veces para que salga de la cama.
Pasamos tanto tiempo de nuestra vida adulta apagando fuegos que nos olvidamos de “prender fuego al mundo”. Los niños no tienen ningún problema soñando en marcar el gol de la victoria en la final del mundial o en ser superhéroes. De alguna forma eso se pierde al preocuparse por las cuestiones “prácticas”, tal y como se dio cuenta el Principito. Pero una vida impotente no es una vida práctica en absoluto.
Su trabajo no es encontrar la siguiente gran tendencia o patrón de mercado. Es encontrar las metas que le inspiren, que le hagan saltar de la cama por las mañanas y entusiasmarse con su día a día. Mientras tenga estas metas, seguirá siendo joven de corazón – y de espíritu. Y persistirá y encontrará esos patrones y tendencias.
Traducido del original: Reflections on Life, Motivation, and Impotent Goals
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