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martes, 23 de marzo de 2010

Algunas reflexiones sobre la vida como test de proyección

Hay varias ideas que se desprenden del reciente artículo sobre el tiempo no estructurado y la personalidad. Pensé que destacaría algunas:
  • Si consideramos que nuestro tiempo libre es un lienzo en blanco, no hace falta mucho más para ver que cada uno de nosotros está creando una obra de arte al rellenar ese lienzo. ¿Creamos una obra maestra? ¿Una obra de arte coherente? ¿Garabatos sin más? La vida noble es la que crea una obra bella en ese lienzo en blanco.
  •   Un aspecto importante de lo que hacemos con nuestro tiempo libre es con quién decidimos pasarlo. Seleccionamos nuestros compañeros – amigos y parejas – en base a nuestros más profundos intereses, necesidades y valores. Quién seleccionamos como nuestra media naranja es la cosa más reveladora sobre nuestras almas.
  •  Algunas personas evitan el tiempo libre, intentando mantenerse ocupados todo el tiempo. ¿Qué cuadro crean con su lienzo? ¿Están huyendo de la responsabilidad de tomar el pincel y dar las primeras pinceladas?
  • Otra versión distinta del test de proyección: si se quedase aislado en una isla durante un año y sólo pudiese traer una persona y cinco pertenencias con usted, quién y qué elegiría y por qué?
  •  Lo que *menos* le gusta hacer con su tiempo libre es tan revelador como lo que más le gusta. No podemos valorar algo fuertemente sin responder fuertemente a lo que amenaza ese valor.
  • Una buena relación: cuando la persona que ama es también alguien a quien admira. Las relaciones nos transforman; las buenas, a mejor.

lunes, 22 de marzo de 2010

El tiempo no estructurado como el mejor test de proyección


Los tests de proyección tienen una larga historia dentro de la psicología. La idea básica es sencilla: las personas miran unas imágenes ambiguas, manchas de tinta, en el caso del test de Rorschach; fotografías de personas realizando actividades en el Test de Percepción Temática) y explican lo que ven. Se cree que lo que proyectamos en las imágenes dice algo sobre nuestra forma de ver el mundo; también dice algo sobre cómo organizamos nuestras percepciones y pensamientos.

Considere la imagen de Rorschach que puede ver arriba, que saqué de internet. La primera vez que hice el test durante mi doctorado, vi dos cosas:
1.       La parte inferior izquierda y derecha eran “dos caballitos de mar, apartándose el uno del otro tímidamente”.
2.       Dando la vuelta a la tarjeta, dije que veía lo que parecían “dos mujeres africanas cocinando sobre un fuego, tal vez como parte de una ceremonia”.

En general, esas son las respuestas que podría esperar de un futuro psicólogo: imágenes armoniosas de personas (o animales personalizados) interactuando juntos. La forma de las respuestas prevaleció sobre el sombreado o el color, lo cual es también típico en mí – un estilo más intelectual que emocional de responder al mundo.

En realidad, no necesitamos tarjetas para valorar a las personas de forma proyectiva. Cada vez que nos enfrentamos a una situación relativamente neutra o ambigua, tendemos a responder con nuestras necesidades, valores y sentimientos.

Puede que el tiempo sea el mejor test de proyección de todos. ¿Qué es lo que hace la gente cuando no tiene nada que *necesite* hacer? El tiempo no estructurado no nos da pistas: tenemos que crear una actividad - y lo que creemos dice algo sobre quiénes somos.

Tras una larga semana laboral, sabía que tendría tiempo libre el sábado. La idea de relajarme durante un día nunca se me pasó por la cabeza. Sabía que mi hija (que tiene diagnosticado algún problema de aprendizaje) estaba teniendo problemas con un par de asignaturas en la universidad, por lo que conduje hasta su universidad y pasamos la tarde estudiando – igual que hacíamos cuando estaba en el instituto. Para otra persona, conducir dos horas tras una larga semana laboral y ponerse a hacer deberes habría resultado una carga muy poco atractiva. Para mí, fue divertido. Fue una oportunidad de estar ahí para alguien que me importa. No podría haber pasado el tiempo en un campo de golf o visitando a los vecinos; a mí eso me habría parecido frívolo.

En otras ocasiones recientes en las que no tenía nada que hacer, Margie y yo viajamos a sitios que no habíamos visitado nunca, incluyendo un barrio étnico en donde parecíamos ser los únicos hablantes de inglés como lengua materna. En otras ocasiones, me he pasado toda una mañana investigando nuevos indicadores de mercado y cómo interactúan con distintas estrategias de gestión del capital.

Lo que casi nunca hago en mi tiempo libre: ir a fiestas, ver la televisión, juntarnos con otras parejas, relajarme en casa o de vacaciones, trabajar en el jardín, nada artístico, practicar deportes por otro motivo que por mantenerme en forma física. Lo que hago a menudo: leer libros, investigar los mercados, escribir, viajar, salir a cenar en sitios nuevos/distintos, visitar a mis familiares, leer las noticias en internet.

Así que se hace una idea: el test del tiempo no estructurado o libre muestra que valoro la actividad intelectual e interpersonal que es más instrumental que expresiva y que se centra en las relaciones íntimas/cercanas más que en las meramente sociales. Si una actividad no tiene un objetivo o propósito y si no me acerca a alguien que me importe, me parece una pérdida de tiempo.

Otras personas, por supuesto, estructuran su tiempo libre de formas muy distintas y a lo mejor valoran la actividad expresiva y social (quedar con amigos, organizar las flores) y el puro relax (un día en la playa, ver la tele por la noche). Aquí no existe lo que está bien o lo que está mal, tan sólo un lienzo relativamente blanco que llenamos con lo que más valoramos.

El mayor lienzo en blanco es la jubilación. Estoy convencido de que cómo estructura alguien su jubilación es una de las mejores ventanas de su alma. Tras haberse independizado los hijos y haber terminado la carrera profesional, la jubilación hace que tengamos libre la mayor parte de nuestro tiempo. ¿Cómo utiliza la gente ese tiempo? ¿En actividades intelectualmente estimulantes? ¿En actividades productivas? ¿Para pasar tiempo con la familia? ¿Para viajar? Todo nos dice algo sobre quiénes somos y sobre cómo nos vemos el mundo y a nosotros mismos?

Una pareja de jubilados se muda a un área para disfrutar de un estilo de vida de club de campo; otra pareja se muda más cerca de sus hijos y nietos; otra pareja más se queda en su casa de toda la vida y monta una organización caritativa. Cuando llega la jubilación, cuando el tiempo no está estructurado por los estudios o el trabajo, la vida en sí se convierte en un gran test de proyección.

Así que si quiere conocer a alguien, no les pida que se describan a sí mismos, simplemente vea lo que hacen cuando no tienen que estar haciendo nada.

Y si quiere conocer a un trader, no le pida una auto-evaluación: simplemente vea lo que hace fuera de las horas de mercado.

(Escrito durante mi tiempo libre un domingo por la mañana).

lunes, 22 de febrero de 2010

La preparación, el rendimiento y la mirada del éxito

Gracias a Mike Bellafiore de SMB Trading por este vínculo que muestra lo que realmente hay tras los más grandes. Vemos a un joven jugador de baloncesto como JaShaun y pensamos que se trata de un talento nato. Lo que no vemos son las muchas horas, días, meses y años de preparación necesarios para afinar ese talento y habilidad.

Todos los fines de semana paso varias horas repasando mis indicadores, leyendo los mejores blogs y artículos que puedo encontrar y repasando mi rendimiento de trading de la semana que acaba.

De ahí sale un plan provisional para la semana: una idea de hacia dónde creo que se dirigen los mercados, una idea de qué otros posibles escenarios pueden darse, planes específicos para esos escenarios y metas concretas para mejorar mi trading con respecto a la semana anterior.

Semana tras semana, esa preparación se va acumulando. Desarrolla un sentido de maestría y aumenta la confianza. No hay nada como la sensación de saltar al terreno de juego y saber que uno se merece ganar porque se ha preparado.

Solía tener esa sensación en la universidad. Me pasaba noches preparando los exámenes, mientras otros dormían o se iban de fiesta. Llegaba agotado a los exámenes, pero daba igual. La adrenalina – y la tranquilidad de que me sabía el material del derecho y del revés – me mantenía durante el examen. Sabía que si no tenía una media acumulada del 3,5 (en el sistema americano), no iba a entrar al doctorado de psicología. Eso me motivaba y me esforzaba cada vez más a medida que iba pasando de curso. Mi media en los últimos dos años rozaba el 3,9.

Cuando entraba en el aula del examen, sabía que tenía buenas probabilidades de bordar el examen. Era una sensación estupenda. Más adelante, tuve esa misma sensación como psicólogo. Cuando era nuevo, pedía los casos de emergencias más difíciles – los clientes suicidas, los problemas difíciles de tratar – porque sabía que tenía una ventaja en mi preparación. Quería tener la pelota cuando se acababa el tiempo.

No se trata de un exceso de confianza ni de chulería. Se trata de estar preparado y de saberlo en lo más profundo de nuestro ser. Es la mejor sensación en el mundo y es la que veo en la mirada de muchos jóvenes y excelentes traders.