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jueves, 9 de julio de 2009

La ansiedad secundaria y el rendimiento en el trading

Hace algo de tiempo escribí sobre la ansiedad por el rendimiento como el problema emocional más habitual entre los traders (en inglés) y cubrí algunas de las técnicas que son más efectivas para combatir la ansiedad por el rendimiento. Hay, no obstante, otra variedad de ansiedad que afecta a los traders que prácticamente no recibe ninguna atención. Los psicólogos la llaman ansiedad secundaria.

Digamos que una persona tiene un ataque de pánico, experimenta una ansiedad y un temor que le desbordan y que no están conectados con nada que sea evidente. Esa sensación de pánico puede asustarle tanto que la persona desarrolle un miedo a los ataques de pánico. Así es como los pacientes con trastornos de pánico desarrollan a menudo agorafobia: asumen que sus ataques están causados por algo en su entorno, así que evitan ir a sitios que (creen) puedan activar nuevos ataques.

De forma parecida, he trabajado con estudiantes que han sufrido ansiedad por los exámenes, un tipo muy común de ansiedad por el rendimiento. Desarrollan tanto miedo a tener ansiedad durante un examen que acaban generando el miedo que esperaban evitar.

Cuando las personas desarrollan ansiedad sobre su propia ansiedad, eso se llama ansiedad secundaria. Es un problema particularmente espinoso porque genera un círculo vicioso: más ansiedad lleva a más miedo a la ansiedad que a su vez se transforma en más nervios.

Un elemento clave que perpetúa el ciclo es evitar las situaciones que podrían activar la ansiedad. Mientras intentemos evitar lo que tememos, nuestros miedos nos controlarán. Psicológicamente, la única cura para la ansiedad es enfrentarnos directamente a nuestros miedos mientras permanecemos en control de la situación. De esta forma, aprendemos en nuestra experiencia que podemos lidiar con situaciones amenazadoras.

Lo que ocurre con los traders es que responden a las pérdidas (o a la amenaza de pérdidas) con una ansiedad que les trastorna, a menudo porque están operando con demasiado riesgo o posiciones demasiado grandes. Como resultado, desarrollan un miedo a estos trastornos y evitan las situaciones que podrían llevarles a volver a sufrirlos. Un trader con el que trabajé nunca aumentaba el tamaño de sus posiciones de forma proporcional a su habilidad. Ganaba dinero, pero nunca tanto como debería haber ganado. Resulta que esta era su forma de lidiar con las grandes y dolorosas pérdidas que había sufrido al comienzo de su carrera. Operar con posiciones muy pequeñas era su forma de mantener a raya la ansiedad; no tenía tan sólo miedo a perder dinero, sino a perder también la cabeza.

Otro trader con el que trabajé tenía tanto miedo a bloquearse que analizaba en exceso las oportunidades de trading, a menudo desperdiciando buenas operaciones. El bloqueo que temía tenía sus raíces en la ansiedad: perder el control sobre el trading, por perder el control emocional.

El enfoque que en mi opinión resulta más útil para tratar la ansiedad secundaria es la visualización guiada, complementada con el biofeedback. Lo que hago en sesiones intensivas es hacer que los traders practiquen mentalmente escenarios en los que pierden dinero mientras que mantienen sus cuerpos bajo control. El seguimiento de la variabilidad en el ritmo cardiaco ha sido especialmente útil para esto; el programa de Freeze Framer al que hice referencia en este otro artículo se llama ahora emWave y me ha funcionado bien.

La clave para utilizar el biofeedback como mecanismo de entrenamiento es ayudarse a sí mismo a mantenerse físicamente tranquilo y concentrado, incluso mientras visualiza situaciones que le provocarían ansiedad, lo cual a su vez normalmente desencadenaría la ansiedad secundaria. Al repetir estas situaciones mentalmente una y otra vez hasta que pueda mantener el control físico, se está literalmente entrenando para dominar sus respuestas, eliminando la ansiedad secundaria desarrollando su auto-eficacia.

No podemos evitar sentir nervios, miedo y ansiedad, especialmente en situaciones en las que tenemos que funcionar en condiciones de riesgo e incertidumbre. Podemos, no obstante, evitar ponernos nerviosos sobre nuestros nervios y temer a nuestro miedo. Siempre experimentaremos emociones al operar; tan sólo que no tenemos que vernos controlados por las mismas.

Traducido del original: Secondary Anxiety and Trading Performance

miércoles, 8 de julio de 2009

El papel de los indicadores somáticos en las decisiones de trading

Creo que este es uno de mis artículos más importantes: una perspectiva sobre la psicología del trading desde el campo de la neurociencia cognitiva.

En artículos anteriores, he enfatizado la importancia de controlar el nivel de excitación del cuerpo como una habilidad de trading fundamental porque muchas alteraciones psicológicas del trading se basan en estados físicos concretos. Hay métodos cognitivos y conductuales para conseguir este control; estos métodos incluyen sencillos ejercicios que los traders pueden realizar por sí mismos.

La psicología del trading, no obstante, es mucho más que simplemente domar las emociones. La idea de que las emociones son la raíz de los problemas de trading – y de que los traders de éxito han eliminado sus emociones – es uno de los grandes mitos en la materia. De hecho, los estudios sobre la neurociencia cognitiva – en especial el trabajo del que Antonio Damaso es pionero – sugiere que la emoción es absolutamente crucial para la toma de decisiones.

La principal contribución de Damasio en esta área de investigación es su hipótesis de los indicadores somáticos. Se puede obtener una visión general de esta hipótesis en este artículo. Según ese artículo, lo esencial de la hipótesis de los indicadores somáticos es que:

"Las estructuras en la corteza prefrontal ventromedial proporcionan el sustrato para el aprendizaje la asociación entre ciertas clases de situaciones complejas, por un lado, y el tipo de estado bio-regulatorio (incluyendo el estado emocional) generalmente asociado con esa clase de situación en la experiencia individual pasada. El sector ventromedial contiene los vínculos entre los hechos que componen una situación dada y la emoción anteriormente emparejada con la misma en la experiencia contingente de un individuo. Los vínculos son 'disposicionales' en el sentido de que no contienen la representación de los hechos o el estado emocional explícitamente, sino que contienen el potencial para reactivar una emoción actuando sobre las estructuras corticales o subcorticales adecuadas…"

¡Parafraseemos eso en cristiano! Una sección de la corteza frontal es responsable de almacenar y procesar las asociaciones entre las situaciones y las emociones que fueron activadas por esas situaciones. Cuando almacenamos esas asociaciones, no estamos almacenando recuerdos conscientes. En su lugar, creamos vínculos entre situaciones y cómo nos hicieron sentir esas situaciones. Esos vínculos son "disposicionales", lo que quiere decir que nos llevan a actuar de una forma u otra.

Un ejemplo sencillo: tengo muchos buenos recuerdos de pasar tiempo en cafeterías en los EEUU y Europa. Si paso por una cafetería en las calles de Seattle y huelo el aroma del café, esa percepción activa los estados-de-sentimiento asociados con mi experiencia anterior. Gracias a esos estados-de-sentimiento, estoy predispuesto a entrar en la cafetería y pasar un rato allí. Mi decisión de entrar en el local no es un proceso simple y racional de ponderar los pros y los contras. Más bien, el estado de sentimiento mezclado con la percepción del café – un vínculo integrado en la corteza prefrontal ventromedial – me lleva a esa decisión.

Y así con todas las decisiones, argumenta Damasio. Los sentimientos – desde las emociones explícitas a sensaciones del cuerpo – se unen con las percepciones para guiar nuestro comportamiento.

El estudio citado en el artículo sugiere que, cuando la gente sufre daños en su corteza prefrontal ventromedial, ya no son capaces de tomar decisiones razonables. Una línea de investigación particularmente fascinante tiene que ver con un juego de toma de riesgos que requiere una toma de decisiones parecida a la del trading. Esta "tarea de apostar" se realiza escogiendo cartas de cuatro barajas. Dos de las barajas tienen un pago mayor cuando se gana, pero también quitan mucho dinero cuando se pierde, de tal forma que los rendimientos globales son negativos. Las otras dos barajas pagan menos cuando se gana, pero también quitan menos cuando se pierde y una expectativa global positiva.

Al comienzo de las apuestas, los sujetos del experimento no conocen las probabilidades de las barajas. A lo largo del tiempo, no obstante, los sujetos normales aprenden a preferir los montones de cartas con las probabilidades positivas. Cuando se les conecta a instrumentos de biofeedback, muestran unas respuestas de conducción eléctrica en la piel antes de realizar sus elecciones. Estos estados de sentimientos relacionados con el estrés parecen guiar la elección de las barajas. Al revés, los sujetos con daño en sus cortezas prefrontales ventromediales no muestran estas respuestas anticipatorias. Carecen de los sentimientos que guían la buena toma de decisiones. Como resultado, muestran una preferencia sostenida de las barajas con grandes beneficios y pérdidas y expectativa negativa. Al no tener acceso a sus estados de sentimientos codificados, no pueden tomar buenas decisiones en condiciones de riesgo e incertidumbre.

Ahora viene la parte realmente interesante. Los adultos normales que se describen a sí mismos como tomadores de riesgos no tienen dañadas sus regiones de la corteza prefrontal ventromedial, pero muestran una tendencia parecida a seleccionar persistentemente cartas de las barajas con mucho riesgo y poca rentabilidad. Cuando se les conecta a instrumentos de biofeedback, los tomadores de riesgos sí muestran señales emocionales antes de tomar sus decisiones, al igual que los sujetos normales. Tienden, no obstante, a anular esas señales con sus procesos mentales explícitos. Los sujetos con daños cerebrales, por el contrario, nunca reciben las señales emocionales de la corteza prefrontal ventromedial.

Las implicaciones para el trading son importantes. La idea de que los traders de éxito superan o eliminan sus emociones no tiene ninguna base. Si eso ocurriese realmente, el trader se comportaría como un paciente con daños cerebrales. Más bien, es la eliminación de las señales emocionales y de las señales de la experiencia corporal la que facilita la mala toma de decisiones. Esta eliminación puede producirse debido a la ansiedad, la avaricia, o una multitud de racionalizaciones cognitivas. Lo que esto implica, no obstante, es que – a algún nivel – los traders experimentados reciben valiosas señales físicas y emocionales que guían su toma de decisiones. Es la falta temporal de acceso a estas señales la que lleva a los traders a comportarse como los tomadores de riesgo en los experimentos de Damasio.

En un artículo reciente, enfaticé el valor del biofeedback para conseguir el autocontrol. Bien puede ser, no obstante, que el mayor valor de las disciplinas como la meditación, la relajación y el biofeedback sea ayudar a las personas a mantener una mente despejada para que no tengan que eliminar y ocultar los indicadores somáticas que son necesarios para una buena toma de decisiones. Tengo la sospecha de que los traders aprovecharían mejor las disciplinas que les permiten ser observadores precisos de sus sentimientos que la recomendación de suprimir esos sentimientos. La capacidad de elección es el corazón del trading y, si Damasio tiene razón, nuestra experiencia emocional es un sustrato necesario de la elección. Los indicadores somáticos están allí; es simplemente una cuestión de mantener abierto nuestro acceso a los mismos, incluso cuando estamos rodeados de riesgo, recompensa e incertidumbre.

Traducido del original: The Role of Somatic Markers in Trading Decisions

miércoles, 1 de julio de 2009

La cognición social y el trading: segunda parte

La primera parte de este artículo argumentó que buena parte del pensamiento es un proceso social; aislados de la interacción con otros traders testeando y revisando ideas, los traders recaen en un círculo vicioso interno que magnifica sus sesgos de percepción y sus tendencias conductuales. En otras palabras, muchos problemas de disciplina se podrían deber a problemas de aislamiento – en menor medida ciertamente, pero tal vez de forma parecida a las distorsiones cognitivas y al comportamiento alterado que se produce durante una exposición prolongada al aislamiento sensorial.

Lo que me llamó la atención sobre esto fue una experiencia con un trader grande hace poco. Él había estado perdiendo una cantidad de dinero importante, en gran medida debido a una mala gestión del capital cuando se frustraba. Mi trabajo con él, como buena parte de mi trabajo en los entornos de firmas propietarias, se realizó mientras él estaba operando e interactuaba mucho conmigo. Esto resulta útil por dos motivos: ofrece una indicación inmediata de si mi asesoramiento resulta útil o no (¡las pérdidas y beneficios son jueces implacables!) y permite observar los procesos que hacen que este asesoramiento resulte más o menos útil.

Con este trader en concreto, los resultados fueron considerables. Unas pérdidas importantes se convirtieron en breve en unas ganancias importantes. Puesto que este trader estaba realizando docenas de operaciones por día y que trabajamos juntos muchos días, es muy poco probable que la diferencia en el rendimiento se debiese a la suerte. Hubo algo en el asesoramiento que supuso una diferencia importante, pero ciertamente no fue ninguna idea brillante sobre el mercado que yo le diese. De hecho, limité mi conversación con el trader a realizar observaciones sobre su operativa y alguna observación de vez en cuando sobre el comportamiento del volumen, los indicadores, sectores, etc.

Tampoco creo que le ofreciese ninguna gran revelación psicológica; no estábamos haciendo psicoterapia. Las conversaciones se centraron simplemente en lo que el trader estaba haciendo que funcionaba y lo que no era eficaz, mezclado con la charla social normal. Un trader que nos observaba negaba con la cabeza sin poder creerlo: “¡Le he estado diciendo los mismo durante meses!”

Creo que fue una observación aguda. No era tanto el contenido de la comunicación lo que resultaba efectivo, sino el proceso: lo que había sido un diálogo interno dañino acerca de perder dinero, echarse la culpa, frustrarse y querer recuperar el dinero pasó a ser un diálogo social constructivo centrado en el rendimiento y en el mercado. En condiciones de diálogo social positivo, este trader podía acceder a sus habilidades de lectura del mercado y ejecutar buenas operaciones. En condiciones de una retroalimentación interna negativa, las sutiles pistas que el trader detectaba en los patrones (en inglés) se veían desbordadas por la agitación emocional.

Lo que debemos aprender de esto es que lo que sabemos es, al menos en parte, una función de cómo interactuamos. En un modo cognitivo – aislados de observaciones de terceros que nos ayuden a ajustar nuestro trading – perdemos acceso a la información y perdemos la capacidad de aprovechar nuestras habilidades. En otro modo – basado en el diálogo constructivo – de repente nos convertimos en traders ejemplares.

¿Funciona esto con todos los traders? En absoluto. Hay muchos traders que se han beneficiado mucho menos al trabajar conmigo – y algunos que no se han beneficiado en absoluto. Puede que los traders más habituados a procesar la información socialmente (el trader en mi ejemplo es un individuo extremadamente social y extrovertido) sean los que más se beneficien de un entrenamiento interactivo. Un trader distinto, uno que sea más analítico, podría beneficiarse más interactuando con un experto en estadística o un analista de mercado.

En cualquier caso, la interacción social puede potenciar los estilos cognitivos de procesamiento de los traders, mejorando los talentos innatos. Esto no tiene porque requerir un asesoramiento formal; simplemente hace falta participar en el tipo de conversaciones entre colegas profesionales que sacan lo mejor de cada uno. Al hablar con otros, inevitablemente nos escuchamos a nosotros mismos y escuchamos reacciones a lo que decimos. Esto, a su vez, cambia cómo vemos y respondemos frente a las situaciones. Es difícil venirse abajo cuando uno está manteniendo un diálogo constructivo con un valioso colega.


Traducido del original: Social Cognition and Trading: Part Two

viernes, 26 de junio de 2009

El miedo a dejar escapar las oportunidades es el miedo al desprecio

Recientemente, un lector me consultó acerca de un problema que estaba teniendo con el “miedo a dejar escapar” oportunidades. Parece ser que se anticipa a sus señales, iniciando las operaciones antes de tiempo. Este miedo a que se le escapen las oportunidades ha dañado su rendimiento, ya que ha arriesgado su capital durante periodos en los que había pocas oportunidades.

Cuando menos, el miedo a que no se llegue a producir una señal tiene como resultado una mala ejecución. En vez de comprar en las correcciones o vender en los rebotes, el trader persigue el mercado al alza o a la baja. Esos pocos ticks que se pierden normalmente en cada operación acaban suponiendo al cabo del tiempo un coste de oportunidad considerable.

Trato el miedo a perder oportunidades en mi nuevo libro. Parte del libro está dedicada a los problemas más comunes de la psicología del trading y a cómo tratarlos utilizando métodos psicodinámicos, cognitivos, conductuales y centrados en soluciones. De momento, permítame que me centre en un aspecto de este miedo: el miedo a uno mismo.

Digamos que pierde una oportunidad de oro en el trading. ¿Qué ocurre? El miedo es una respuesta a un peligro percibido. ¿Dónde está el peligro? ¿Cuál es la amenaza?

Muy, muy a menudo la consecuencia de lo que se percibe como una oportunidad perdida es un ataque de pensamientos de enfado con uno mismo. Tras perderse la “estupenda” oportunidad, el trader empieza a culparse a sí mismo y a machacarse mezclando un sentimiento de culpa con una hostilidad hacia él mismo. “¿Cómo he podido ser tan estúpido?” y “¡Mira cuánto dinero habrías ganado!” son algunos de los reproches habituales.

Es en este contexto en el que el miedo a dejar escapar una oportunidad se convierte en realidad en el miedo a desencadenar nuestro propio proceso de pensamiento negativo.

Admitámoslo: siempre perdemos oportunidades en potencia. Si no mantiene las posiciones por la noche, pierde posibles oportunidades. Si no opera con su tamaño de posición máxima, pierde oportunidad en potencia. El trader razonable sabe que no se trata de aprovechar cada posibilidad imaginable: eso sería imposible. Más bien, se trata de limitar su riesgo, al tiempo que aprovecha las mejores oportunidades.

Pero si el resultado de perderse algunas operaciones va a ser una avalancha de auto-crítica, el peligro no es el riesgo financiero, sino el riesgo de sentirse peor acerca de usted mismo.

Si no tiene un proceso mental negativo y auto-crítico, no hay nada que temer al perder una oportunidad. Siempre nos perdemos algunos ticks en los máximos y mínimos; siempre estamos lejos de la pantalla cuando ocurre algo. No, no se trata de los mercados. La mayoría de las veces, el miedo a dejar escapar una oportunidad es el miedo a despreciarse a uno mismo. Algunos artículos en mi blog, así como el capítulo sobre técnicas cognitivas en mi libro sobre mejora del rendimiento de los traders deberían ser útiles para tratar este problema.

Traducido del original: The Fear of Missing is the Fear of Dissing

viernes, 19 de junio de 2009

Sea su propio entrenador - Vídeo

Entrevistadora: Karen Gibbs – Presentadora de Video Network, MoneyShow.com

Traducido del vídeo: Be your own coach



Gibbs: Estoy charlando con el Dr. Brett Steenbarger hoy en MoneyShow. Hola, Brett.

Steenbarger: Hola.

Hay muchas formas en las que la gente puede animarse a sí misma. ¿Qué recomendarías a los traders que se entrenan a sí mismos para que fuesen mejores?

Entrenarse uno mismo es algo más que animarse a uno mismo. Entrenarse uno mismo quiere decir que estás guiando tu propio rendimiento y tu propia curva de aprendizaje. Entrenarse uno mismo también quiere decir que te estás controlando psicológicamente, que estás rindiendo con una concentración y un enfoque óptimos. Así que entrenarse uno mismo es en parte estudiar los mercados y en parte trabajar sobre uno mismo.

Hablemos de trabajar sobre nosotros mismos. ¿Cuál es el primer paso que deberíamos dar?

El primer paso es entenderse a uno mismo. Una de las cosas que trato con los operadores profesionales es reconocer nuestros disparadores, ¿qué hace que saltemos? Todos tenemos patrones de pensamiento y de comportamiento y normalmente estos se ven desencadenados por acontecimientos en el entorno. Si entendemos nuestros disparadores, podemos dar un paso atrás, interrumpir nuestros patrones problemáticos y asegurarnos de que no interfieren con nuestro rendimiento.

Es casi como reprogramarse uno mismo y su respuesta a esos disparadores.

Esa es una forma excelente de verlo. Lo que quiere es utilizar técnicas cognitivas, técnicas conductuales, para literalmente reprogramar sus disparadores, para que ya no le hagan saltar.

¿Podría ser algo tan simple como ejercicios de respiración profunda, meditación, o tiene que ser algo un poco más profundo?

Es interesante que saques este tema porque resulta que controlar el cuerpo es una de las formas más eficaces de controlar la mente. Por lo tanto, si respiras profundamente y meditas un poco te estás calmando físicamente, lo que a su vez te ayuda a concentrarte y relajarte mentalmente.

Y en cuanto a la forma de pensar, los traders muchas veces señalan al mercado diciendo “el mercado se equivoca”. ¿Estás diciendo que tal vez necesitamos mirarnos en el espejo y preguntarnos “¿qué estoy haciendo mal?”?

En un sentido el mercado refleja la oferta y la demanda y el mercado nunca se equivoca, aunque los mercados pueden desviarse del valor justo a lo largo del tiempo, pero nosotros sí podemos equivocarnos, por así decirlo, en cómo procesamos los mercados, estando más centrados en nuestras necesidades emocionales que en lo que los mercados están haciendo en este momento.

Interesante, te agradezco mucho que hayas venido a hablar con nosotros.

¡Gracias!