La primera parte de este artículo argumentó que buena parte del pensamiento es un proceso social; aislados de la interacción con otros traders testeando y revisando ideas, los traders recaen en un círculo vicioso interno que magnifica sus sesgos de percepción y sus tendencias conductuales. En otras palabras, muchos problemas de disciplina se podrían deber a problemas de aislamiento – en menor medida ciertamente, pero tal vez de forma parecida a las distorsiones cognitivas y al comportamiento alterado que se produce durante una exposición prolongada al aislamiento sensorial.
Lo que me llamó la atención sobre esto fue una experiencia con un trader grande hace poco. Él había estado perdiendo una cantidad de dinero importante, en gran medida debido a una mala gestión del capital cuando se frustraba. Mi trabajo con él, como buena parte de mi trabajo en los entornos de firmas propietarias, se realizó mientras él estaba operando e interactuaba mucho conmigo. Esto resulta útil por dos motivos: ofrece una indicación inmediata de si mi asesoramiento resulta útil o no (¡las pérdidas y beneficios son jueces implacables!) y permite observar los procesos que hacen que este asesoramiento resulte más o menos útil.
Con este trader en concreto, los resultados fueron considerables. Unas pérdidas importantes se convirtieron en breve en unas ganancias importantes. Puesto que este trader estaba realizando docenas de operaciones por día y que trabajamos juntos muchos días, es muy poco probable que la diferencia en el rendimiento se debiese a la suerte. Hubo algo en el asesoramiento que supuso una diferencia importante, pero ciertamente no fue ninguna idea brillante sobre el mercado que yo le diese. De hecho, limité mi conversación con el trader a realizar observaciones sobre su operativa y alguna observación de vez en cuando sobre el comportamiento del volumen, los indicadores, sectores, etc.
Tampoco creo que le ofreciese ninguna gran revelación psicológica; no estábamos haciendo psicoterapia. Las conversaciones se centraron simplemente en lo que el trader estaba haciendo que funcionaba y lo que no era eficaz, mezclado con la charla social normal. Un trader que nos observaba negaba con la cabeza sin poder creerlo: “¡Le he estado diciendo los mismo durante meses!”
Creo que fue una observación aguda. No era tanto el contenido de la comunicación lo que resultaba efectivo, sino el proceso: lo que había sido un diálogo interno dañino acerca de perder dinero, echarse la culpa, frustrarse y querer recuperar el dinero pasó a ser un diálogo social constructivo centrado en el rendimiento y en el mercado. En condiciones de diálogo social positivo, este trader podía acceder a sus habilidades de lectura del mercado y ejecutar buenas operaciones. En condiciones de una retroalimentación interna negativa, las sutiles pistas que el trader detectaba en los patrones (en inglés) se veían desbordadas por la agitación emocional.
Lo que debemos aprender de esto es que lo que sabemos es, al menos en parte, una función de cómo interactuamos. En un modo cognitivo – aislados de observaciones de terceros que nos ayuden a ajustar nuestro trading – perdemos acceso a la información y perdemos la capacidad de aprovechar nuestras habilidades. En otro modo – basado en el diálogo constructivo – de repente nos convertimos en traders ejemplares.
¿Funciona esto con todos los traders? En absoluto. Hay muchos traders que se han beneficiado mucho menos al trabajar conmigo – y algunos que no se han beneficiado en absoluto. Puede que los traders más habituados a procesar la información socialmente (el trader en mi ejemplo es un individuo extremadamente social y extrovertido) sean los que más se beneficien de un entrenamiento interactivo. Un trader distinto, uno que sea más analítico, podría beneficiarse más interactuando con un experto en estadística o un analista de mercado.
En cualquier caso, la interacción social puede potenciar los estilos cognitivos de procesamiento de los traders, mejorando los talentos innatos. Esto no tiene porque requerir un asesoramiento formal; simplemente hace falta participar en el tipo de conversaciones entre colegas profesionales que sacan lo mejor de cada uno. Al hablar con otros, inevitablemente nos escuchamos a nosotros mismos y escuchamos reacciones a lo que decimos. Esto, a su vez, cambia cómo vemos y respondemos frente a las situaciones. Es difícil venirse abajo cuando uno está manteniendo un diálogo constructivo con un valioso colega.
Traducido del original: Social Cognition and Trading: Part Two
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