La cognición social ha sido un importante tema de estudio dentro de la Psicología durante muchos años, en los que los psicólogos han intentado entender cómo entendemos nuestros mundos sociales. Relacionado con la cognición social está el estudio de cómo procesamos información dentro de los contextos sociales: el pensamiento como un proceso, no sólo individual, sino también social.
Estamos acostumbrados a ver el pensamiento como algo que ocurre completamente dentro de nuestras cabezas. No obstante, incluso una observación casual sugiere que buena parte de cómo procesamos la información ocurre en las relaciones sociales. Los médicos se consultan entre ellos sobre casos difíciles; los adolescentes solucionan sus problemas juntos; y los niños van entendiendo el mundo gracias a la interacción con sus padres y compañeros.
Yo diría que buena parte del valor de la orientación y la terapia es que proporcionan un contexto social para procesar información y experiencias relevantes para uno mismo. Muchas veces, un individuo aislado no puede entender por qué se comporta de una forma en particular y por qué parece incapaz de cambiar sus patrones. Mediante el entorno social de la terapia, obtiene una perspectiva nueva de sí mismo, lo que le abre la puerta a nuevas formas de actuar e interactuar. De hecho, muchas veces los cambios generados por la terapia con éxito se producen primero dentro de la relación terapeuta-cliente, y sólo después se generaliza a las redes sociales más amplias.
En el mundo de los negocios, normalmente vemos que los equipos de trabajo abordan problemas difíciles; los procesos grupales – los rituales y las ceremonias – también proporcionan nuevas perspectivas dentro de las religiones. Los ejecutivos contratan consultores; los alcohólicos buscan grupos de apoyo en AA. Es difícil encontrar esferas de la vida en la que las personas no busquen redes sociales para guiarles y orientarles. De hecho, el fenómeno entero de las redes sociales en línea – desde Twitter y Facebook a las comunidades virtuales – refleja el reconocimiento de que mucho de cómo pensamos se superpone con cómo interactuamos. Hasta un nivel sorprendente, pensar es un deporte de equipo.
De esta perspectiva se deducen ideas muy interesantes. Por ejemplo, la inteligencia puede que no sea simplemente una función de lo bien que uno puede resolver un problema en un examen, sino también una función de lo bien que uno pueda reunir las interacciones necesarias para llegar a esas soluciones. Cuando interactúo con otros, experimento mis propias ideas en un contexto nuevo. Eso puede reforzar mis convicciones o llevarme a modificarlas. Se sorprendería si supiese cuánto tiempo pasan los gestores de carteras de los fondos hedge al teléfono hablando con colegas, analistas y brokers: piensan interactuando, captando patrones en los pensamientos de otros que no pueden verse en los datos del mercado. En gran medida, no están operando sobre los mercados; están operando sobre el sesgo y el consenso en las opiniones de los demás.
Teniendo esto en cuenta, permítame que proponga una idea importante: buena parte de los problemas emocionales experimentados por los traders es resultado del aislamiento cognitivo. Solos delante de una pantalla, aislados en buena medida de los procesos sociales, los traders se vuelven –por así decirlo – menos inteligentes. Pierden el acceso a las formas normales de hablar y comprobar sus ideas. Sin las perspectivas de otros, los traders aislados pierden la perspectiva: los pequeños movimientos del mercado adquieren una importancia desproporcional; unos datos de mercado poco importantes se convierten en perspectivas sesgadas.
Las decisiones que tomamos en un contexto grupal/social no son las mismas que tomaríamos estando aislados. Ciertamente, los procesos grupales pueden limitar la creatividad y el pensamiento contrario; la verdad no se decide con la democracia. Pero los procesos grupales también pueden servir como una comprobación de nuestros sesgos cognitivos y conductuales. Muchas esposas hacen que sus maridos pongan los pies en la tierra; muchos empresarios han controlado las tendencias impulsivas de sus socios. Cuando ponemos a una persona en una situación de mayor riesgo, recompensa e incertidumbre y a continuación aislamos a esa persona de las interacciones sociales normales, los resultados son predeciblemente funestos.
¿Podría ser que muchos traders con dificultades podrían tener éxito si estuviesen en el contexto social adecuado? El próximo artículo de esta serie demostrará que, efectivamente, esto es así.
Traducido del original: Social Cognition and Trading: Part One
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario