miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuando los sueños sobre el trading parecen ser fantasías

Para que se hagan una idea de desde cuándo me gusta la música gótica, les diré que estoy escuchando una de las canciones del álbum “Violent Acts of Beauty” de London After Midnight mientras escribo esto (en Halloween).


La canción, no obstante, es sobre la decepción: lo que ocurre cuando todo lo que sentía que era perfecto y puro no era más que una fantasía.

Prácticamente todos los traders que he conocido han pasado por ese periodo devastador de dudas. Los que tienen éxito pasan al otro lado, en el que las fantasías se ven reemplazadas por realidades duras – pero útiles.

La fantasía es que comenzará a operar y, en unos meses, se ganará la vida estupendamente. Será su propio jefe, hará lo que le gusta, ganará un montón de dinero y tendrá tiempo para todo lo que es importante en la vida.

Eso no ocurre. No en unos meses. Ni en el trading, ni en ningún campo profesional.

Uno no toma unos palos de golf por primera vez y, en unos meses, juega en un torneo de la PGA. Uno no sale a escena por primera vez y, en unos meses, consigue un contrato en un escenario de Broadway.

Mucho de lo que nos frustra en el trading no es el trading en sí, ni los mercados. Son las expectativas – las expectativas poco realistas – que tenemos en el trading. Las demandas que nos hacemos a nosotros mismos. Las fantasías que nos atrapan.

Comienza como aprendiz y primero se hace competente. Sólo tras eso alcanza ese nivel de élite de maestría en el que se puede ganar la vida con su rendimiento.

Pero si tiene que hacerse competente antes de alcanzar la maestría, eso quiere decir que cuando comienza *no es competente*: es incompetente. No es tan fácil aceptar esa realidad. Al principio, cuando comienzo a darle a los palos de golf o a tocar el piano, durante varios meses no voy a impresionar a mucha gente. Y no pasa nada.

Porque al principio no tiene que ser bueno; tan sólo tiene que mejorar.

Y mejorar.

Y mejorar.

Sean canta acerca de “ir a mar abierto y… vas a decirme adiós”. Matar nuestras fantasías y expectativas poco realistas parece una especie de suicidio. Algunas personas no pueden renunciar a ellas. Pero una vez que entra en ese mar, encuentra un “yo” distinto: alguien que encuentra oportunidades en la adversidad y orgullo en los esfuerzos reales, que siempre suponen un desafío y a veces son desgarradores, pero que son los que definen el camino hacia el éxito genuino.

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